Sandra Mihanovich, la vida a 7 años de la donación de un órgano: programa de radio propio y felicidad en pareja

A los 61 años, la cantante conduce “Soy nacional”, los sábados de 19 a 21, por Nacional (AM 870). La ley Justina, el feminismo, la legalización del aborto y más.

Tras 43 años de carrera musical, Sandra Mihanovich puede afirmar, sin equivocarse, que el micrófono es como una extensión de su brazo. “No me pienso retirar nunca”, sostiene, convencida.

Pero desde 2016, todos los sábados, sostiene otro micrófono, el radial, para ponerse al frente de Soy Nacional, por Radio Nacional (AM 870, en dúplex con La Folklórica), de 19 a 21.

La primera vez que entró a un estudio, fue de la mano de sus dos grandes aliadas: su madre, la periodista Mónica Cahen D’anvers, y la música. “Mamá tenía un programa en Radio Belgrano, cuando yo tenía 16 o 17 años, y me dejaba programar as canciones. Era algo que me volvía loca, me mandaban los discos y yo los escuchaba uno por uno para ir eligiendo los temas. Me acuerdo que siempre buscaba que fuera bien variado, desde folclore hasta rock. Me hacía muy feliz”, cuenta.

-¿Cómo es “Soy Nacional”?

-Es un programa con una impronta muy musical, llevamos siempre a artistas a que tocan en vivo, hacemos entrevistas a personajes de la música, hasta yo a veces llevo la guitarra e improviso algo. Por sobre todas las cosas, buscamos pasar música en castellano, argentina, latinoamericana o de España. Me parece que el inglés ya tiene su espacio por todas partes, así que trato de abocarme a un formato más latino. Nuestra premisa es que suene todo aquello que quedó olvidado, o lo nuevo que no conocemos.

-¿Cómo lo vivís?

-Para mí es un orgullo enorme y una emoción saber que estoy en un espacio que abarca toda la Argentina. Hemos hecho el programa desde distintos sitios del país: en Jujuy, Paraná, Córdoba, Rosario, Usuahia. La semana que viene me voy al sur de vacaciones, y ya les dije a los chicos que aprovechemos para transmitir desde allá, el sábado 26 de enero. Seguro llevamos artistas locales a cantar y a contar quiénes son.

-¿Es tu primera vez haciendo radio?

-La primera vez al aire fue en una radio de Gloria López Lecube, que se llamaba La Isla, a mediados de los ‘90. Lo hacíamos con mi hermano, y con un amigo actor. Eso duró pocos meses, nadie nos daba mucha bolilla, no teníamos financiación, así que nos retiramos humildemente.

-¿De dónde surge la pasión por el éter?

-Yo creo que la música y la radio tienen un vinculo estrechísimo. Y la posibilidad de comunicarse de esa forma tan poco invasiva, tan interesante que tiene la radio, como compañera, me seduce mucho. También escuchando lo disfruto mucho, soy oyente fiel. Estoy en el auto y siempre voy saltando de AM y FM para escuchar más música o alguien que me charle.

-¿Y escuchás en tu casa también?

-Sí. Recurro mucho a la radio cuando estoy cocinando. Ahora confieso que la opción de Spotify también me está resultando muy interesante, porque cuando quiero escuchar simplemente música, que el programa vaya reproduciendo temas similares al que yo elegí, me divierte mucho.

-¿Alguna vez con tu mamá saliste al aire?

-No. Yo inmediatamente tuve la vocación de cantar, así que no me llamaba el periodismo. Es más, hace dos veranos me mandaron a Cosquín Rock y me dieron una credencial que decía “periodista”. Me dio impresión, porque yo le huí toda la vida a ese legado. No me considero periodista y no lo pretendo ser. Toda mi pasión de la radio y de entrevistar surge desde la música, yo soy una par de los entrevistados.

-¿Te sentís privilegiada por tener un micrófono en un momento tan difícil para la radiofonía? Crisis, achicamiento…

-¡Pero imaginate! Es un recontramil privilegio, una responsabilidad muy grande. La verdad que lo agradezco permanentemente, estoy muy orgullosa de estar ahí.

-¿Qué mensaje querés llevar a los oyentes?

-Siempre trato de tener un mensaje positivo, de que podemos mejorar nuestra vida. Mucho depende de nuestra actitud, de las pilas que pongamos. Este sábado pasado canté una canción de Eladia Blázquez que se llama La mirada, que habla de las diferentes formas de encarar la vida. “Lo mucho parece poco y a veces lo mucho es nada”. Una cosa es ver el vaso medio lleno y otra verlo medio vacío. Esa es mi actitud, y es lo que trato de transmitir.

-¿Y el vaso como está?

-Medio lleno, siempre.

-¿Cómo estás de salud?

-Estoy bien, bárbara. Llevo la misma vida que tenía antes del trasplante (le donó un riñón a su ahijada, Sonsoles Rey Obligado, en 2012), tanto en lo profesional, la comida, los deportes. No tomo medicación, nada. Gracias a Dios estoy sanísima.

-¿El trasplante te cambió a nivel mental o espiritual?

-Yo siento que sí, fue un antes y un después. Fue una oportunidad extraordinaria que tuve, y que de alguna manera potenció mi vida mucho más allá de lo que yo hubiera podido imaginar. Se transformó en un gesto que a la gente le resultó muy lindo, generó empatía, y ahora cuando me cruzo con las personas en la calle, además de felicitarme por mi música, me dan un abrazo bien fuerte.

-¿Cómo te pegó lo de la Ley Justina?

-Me pareció genial. Indudablemente la familia Lo Cane tiene una energía y un empuje increíble. Ellos tienen un proyecto maravilloso que se llama Casa Justina, que implica generar espacios de acogida para los familiares y los que acompañan a los trasplantados. Están planificando hacer más por todas partes del país, un poco a la usanza de la Fundación Garrahan. Y lograron que 2018 fuera récord de trasplantes.

-¿Que nos falta?

-Mucha información. Hay que estar permanentemente hablando del tema, generando que la gente pierda los miedos, desmitifique. Cuanto más podamos hablar del tema, hacer campaña, difundir, mejor. Yo tengo la camiseta recontra puesta, por supuesto.

-¿Y con el tema del feminismo también sos de ponerte la camiseta?

-Mirá, hace poco que digo que soy feminista. Me parece que desde el #Ni Una Menos, no hay otra opción. No soy una fanática, no soy militante, pero sí estoy a favor de las reivindicaciones que propone el feminismo, estoy a favor de la legalización del aborto. Pero lo hago desde la Sandra mujer, no desde la Sandra cantante. El otro día me tiraron un pañuelo verde en el escenario, y yo lo agarré y dije: “Esto es algo que yo no pongo en este escenario, porque éste es un espacio que lo compartimos todos”. Yo no voy a imponer mi ideología, estoy cantando, y el que elige hacerlo conmigo, puede pensar de muchas maneras.

-¿No militás porque no te identificás con esas conductas más radicales?

-Yo creo que cuando se están pidiendo reivindicaciones, y se está peleando por lograr objetivos, muchas veces se cae en el exceso, porque hay que corregir cosas. No critico a las que tienen conductas exageradas, por ahí yo no siento adoptar esa actitud, porque no es mi rol. Cada uno debe ponerse en el rol que elige para sentirse bien consigo mismo, y lograr así el objetivo deseado.

-¿Esta postura que hoy tomás nace de un diálogo con tus sobrinos y gente más joven?

-No, nace de mí, de la forma en la que me criaron. Yo siempre digo que las primeras machistas son esas mamás, mujeres de maridos, que hacen que sus hijos no crezcan en la noción clara de que somos todos iguales. En mi casa teníamos muchas libertades, para pensar, para leer, para ser lo que quisiéramos ser. Jamás se me cruzó por la cabeza la idea de que por ser mujer, algo se me iba a complicar. Hace 61 años, ese pensamiento no era tan común. Por suerte, en esta época se está acabando la hipocresía. Y hay cada vez más información.

-Cuando diste a conocer tu sexualidad: ¿Se te acercó gente a decirte que eras su ejemplo?

-Siempre se me acercó gente a decirme eso. Porque yo cantaba «Soy lo que soy». Y esa canción fue para muchos muy liberadora. Es algo que sigo agradeciendo, porque siento que he podido transitar el camino que yo elegí.

-¿Tenés alguna cuenta pendiente?

-Me quedan miles de canciones por cantar, muchos lugares por recorrer. No es una asignatura pendiente, es que sigo teniendo ganas de todo. El 2019 se viene con nuevo disco, nueva música. Las novedades siempre son bienvenidas.

«La pelota no se mancha»

En la casa de Sandra los Superclásicos se viven con especial emoción (y tensión). Con su pareja, Marita Novaro, comparten la pasión por el fútbol, pero lucen camisetas rivales. Y en la final histórica de diciembre subieron una imagen ejemplar de la convivencia pese a las diferencias.

“Ella es de River y yo soy de Boca. Vimos los dos partidos juntas y lo disfrutamos al máximo: hasta nos abrazamos cuando hacían los goles los otros. Lo importante es que a las dos nos divierte. Tenemos otra cosa más para compartir juntas”, cuenta.

Sobre aquella suspensión tras los incidentes (lo que mudó a Madrid la superfinal), la cantante se muestra enojada: «Debería suspenderse el fútbol hasta que puedan entrar todos a la cancha, visitantes y locales».

Además del fútbol, las dos son muy pasionales con la comida y la música. «Llevamos una vida como la de cualquiera. Justo ahora estoy por entrar a comprarle un regalo a Marita. Hago asados, estoy con mis sobrinos, a veces nos vamos a San Pedro. Es una rutina poco extraordinaria, pero sé que soy una privilegiada».

 

Vía | Macarena Gómez Miñano para Diarío Clarín | Fotos: Martín Bonetto

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