Sandra en «Planeta Urbano»

Sandra Mihanovich «Tuve la suerte de poder decir en canciones todo lo que me pasaba»

(por Marcela Soberano)- ES UN EMBLEMA DEL CANCIONERO NACIONAL Y UNA FIGURA FUNDAMENTAL EN LA LUCHA POR LA REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA COMUNIDAD LGBTIQ+. SIN EMBARGO, NUNCA BUSCÓ NI LO UNO NI LO OTRO. “TUVE LA SUERTE DE PODER DECIR EN CANCIONES TODO LO QUE ME PASABA”, COMENTA SOBRE HIMNOS COMO “SOY LO QUE SOY”, QUE CUARENTA AÑOS DESPUÉS TIENEN PLENA VIGENCIA… COMO ELLA Y SU VOZ INEXTINGUIBLE.

¿Las entradas para Sandra ya están en venta?, preguntan en la boletería del teatro Ópera dos chicas que no deben llegar a los 25. En septiembre Sandra Mihanovich festejará los 40 años de su disco Hagamos el amor y esas pibas que aún no habían nacido cuando salió quieren estar ahí porque saben lo que significa. En tiempos donde cualquier hecho es considerado icónico, Sandra realmente se merece el adjetivo.

Dice que llegó tarde al feminismo pero sabemos que siempre lo ejerció, protagonizó la película Los miedos pero no sabe temer, nunca salió del placard porque jamás estuvo adentro. Y si nada tienen de especial dos mujeres que se dan la mano, junto con Celeste Carballo agitó el mainstream hetero-cis en el living del momento, provocando que varios fueran corriendo a cambiarse los lentes.

Este país tuvo un Sandro y una Sandra que no necesitan explicación, dos ídolos populares a los que les entregamos nuestro amor. Ahora, del otro lado del zoom, Sandra se hamaca en una mecedora, cuenta que sigue tomando un whiskito amigo antes de los shows y de pronto canta a capella esas canciones que sabemos todos. Que empiece el recital en esta charla con EPU, una más y no jodemos más.

En septiembre Sandra Mihanovich festejará los 40 años de su disco «Hagamos el Amor»

–Que no se sepa pero con mis amigos del secundario tomamos tres colectivos para ir a la histórica presentación de “Puerto Pollensa” en Obras. Creo que era la primera vez que una mujer cantaba en el Templo del Rock. ¿Cómo recordás ese día?

–En ese momento ni siquiera sabía que era la primera vez que una mujer cantaba en Obras, lo cual ayudó bastante (se ríe). Cuando sos muy joven tenés una cierta omnipotencia; yo era una Sandra que todo lo podía. Los miedos nunca aparecen al principio sino con los años, cuando empezás a darte cuenta de las cosas. Cuando sos chico te llevás todo por delante, cualquier cosa te parece lógica, sos puro futuro.

Me convocó mi productor de ese entonces, Ricardo Kleinman, un tipo muy de avanzada. Percibió que el rock nacional era la música que la estaba rompiendo. No te olvides que fue el año de Malvinas: desapareció la música en inglés de todas las radios, entonces hubo una especie de ataque de argentinidad muy fuerte que se plasmó en la música nacional. Yo no era tan rockera pero caí en ese movimiento. Fui con mi banda de cuatro músicos con los que cantaba en pubs, Oscar Kreimer tocando el saxo, Marilina Ross y Celeste Carballo como invitadas. Tenía la adrenalina a mil, hicimos dos recitales la misma noche con cinco mil personas cada uno. Una locura.

–Vos siempre tuviste tu propia impronta, no pertenecías a una banda ni habías acompañado a otros músicos. ¿Cómo era ser mujer en el ’82 y pararse en ese escenario?

–La verdad que nunca tuve una cuestión con ese tema. En mi casa tenía una mamá muy power como Mónica, laburante, que nunca me hizo sentir que iba a ser difícil alcanzar objetivos por ser mujer. Sin duda ella vivió esa dificultad cuando llegó a un canal del televisión donde todos eran varones menos ella, pero nunca me lo hizo sentir. En realidad recién me sumé al feminismo y lo incorporé interna y definitivamente con Ni Una Menos. Ahí me cayó la ficha y dije: “No hay otra, ser feminista es la única manera”.

“Los miedos nunca aparecen al principio, sino con los años, cuando empezás a darte cuenta de las cosas; cuando sos chico te llevás todo por delante, cualquier cosa te parece lógica, sos puro futuro.”

–Recién nombraste a Celeste y no sé si te contaron que uno de los videos virales emblemáticos de Twitter es el de ella y vos cantando en el programa de Susana Giménez. En ese momento, ¿eras consciente de la relevancia de un disco como «Mujer contra mujer», que hablaba de género con total naturalidad?

–Mirá, “Mujer contra mujer” fue una canción que una fan nos mandó desde España; era de Mecano y cuando la escuchamos pensamos: “Nosotras tenemos que cantar esto”. Y, como vos decís, lo hicimos con mucha naturalidad y espontaneidad. Es más, nunca me di cuenta de que toda la gráfica del disco fotografiada por Gabriel Rocca, que fue muy fuerte, llamativa y sorprendente, tenía una potencia tan grande.

Te confieso algo: un día estaba en el auto avanzando por Rodríguez Peña, llegando a Lavalle hay como un zig–zag y en esa pared había unos 10 afiches. Me quedé mirando y dije “¡Ah, la mierda!” (nos reímos). ¡Qué fuerte es esto! Lo increíble es que lo pensaba como si viera a otra persona…

–¿Qué te impactó de esa imagen?

–Veía a dos mujeres con una actitud muy contundente, muy clara, muy explícita. Y la verdad que me gustó, sentí orgullo de eso. Yo creo que una de las cosas importantes es que tuve la suerte de poder decir en canciones todo lo que me pasaba. El hecho de transitar un Soy lo que soy, un Mujer contra mujer o un Puerto Pollensa desde la música me permitió abordar cosas que con la palabra o con la actitud era mucho más difícil, comprometido y duro.

La música envuelve todo de una energía preciosa logrando que aun el que esté completamente a la defensiva lo viva de otra manera, porque no recibe un cachetazo, ni una trompada, sino una canción. Siempre insisto en que la música es sanadora: me ha permitido transitar con muchos menos miedos, broncas y arrepentimientos.

“En realidad recién me sumé al feminismo y lo incorporé interna y definitivamente con Ni Una Menos. Ahí me cayó la ficha y dije: ‘No hay otra, ser feminista es la única manera’.”

–Cuando salió “Puerto Pollensa”, Marilina estaba prohibida, acá había listas negras y a muchos artistas eso les costó el exilio o la vida. En el disco figura como autora María Celia Parrondo, que es su verdadero nombre, para evadir la censura. ¿Cómo llegó la canción a vos?

–Totalmente, fue así, ella estaba prohibida. Yo conocí la canción cuando Marilina empezó a poner los pies en la Argentina temerosamente, para ver si se animaba a volver de España. Estaba alojada en la casa de Emilio Alfaro, su exmarido, y se organizó un encuentro con gente que fuera a darle un abrazo y a apoyarla. Yo no la conocía, me llevó Alejandro Doria, que me había dirigido en un par de películas. Me preguntó: “¿Te animás a venir y encontrarte con ella?”. Olvidate, me volví loca, me temblaban las patas. Yo la admiraba mucho como actriz y conocía las canciones de su primer disco…

–¿Podemos decir que fuiste en modo fan?

–Pero claro, totalmente, para mí era encontrarme con una ídola. Esa noche ella agarró la guitarra y cantó “Puerto Pollensa”. ¡Todos nos caímos de culo! Es esa canción que si la escuchás por primera vez te emociona y te golpea en el pecho, trasciende cualquier etiqueta, es una bellísima historia de amor extraordinariamente bien contada.

Al toque le pregunté si podía cantarla y recibí un “no, de ninguna manera” como respuesta. Ella la había escrito como un regalo, era como si le hubiera comprado una caja de bombones a la novia. No tenía dimensión de adónde iba a llegar esa canción. Más adelante, cuando se dio cuenta de que iba a poder volver, me autorizó. Fue en diciembre del 81.

–¿Es verdad que recién conociste Puerto Pollensa en 2014, en un viaje que hicieron vos y tu mujer, Marita, con Marilina y su pareja?

–Es absolutamente cierto. Imaginate que cuando salió la canción todo el mundo pensó: “Bueno, Sandra y Marilina… es la historia de amor de ellas dos”. Pero no, nosotras nos cagábamos de risa con eso, no dábamos bola, mirábamos para otro lado (se ríe) y con el correr de los años nos hicimos muy amigas.

En 2014 finalmente fuimos con nuestras parejas a Puerto Pollensa y fue un viaje soñado. Llegamos a las 6 de la mañana, “en los amaneceres de Puerto Pollensa” literal. Fue muy hermoso.

“’Soy lo que soy’ es del 84, acabábamos de recuperar nuestra democracia. No es menor la asociación entre una canción con esa letra y nuestro sentimiento de decir ‘basta, hacemos y decimos lo que queremos, nos mostramos sin rendirle cuentas a nadie, bienvenida la libertad’”.

–“Soy lo que soy” es un himno que trasciende el género y habla de la identidad, es la reivindicación de ser lo que queremos. Fue una canción inclusiva en tiempos donde la cuestión de la diversidad estaba muy alejada del marketing. ¿Creíste en ella desde el primer momento?

–Es la canción más inclusiva de todas, “Soy lo que soy” es del 84, acabábamos de recuperar nuestra democracia. No es menor la asociación entre una canción con esa letra y nuestro sentimiento de decir “basta, hacemos y decimos lo que queremos, nos mostramos sin rendirle cuentas a nadie, bienvenida la libertad”.

Desde ese momento hasta hoy la he cantado en todos los contextos posibles. Encontré “Soy lo que soy” para decir lo que yo sentía. La escuché por primera vez en boca de una drag queen que movía los labios haciendo la mímica de la versión cantada por Gloria Gaynor, quien la tomó de la comedia musical La jaula de las locas y la hizo en versión disco. Estuve convencida de grabarla desde el primer momento. El año que viene cumple 40 años y es una canción que nos trasciende, es un orgullo enorme para mí haber tenido la claridad de tomar esa oportunidad. Yo siento a la vida como una sucesión de oportunidades, he tenido muchas y en este caso necesitaba esa canción que se me cruzó y ahora es de todos.

–Lino Patalano fue la encarnación de una manera de producir cultura y César Mascetti la de una forma de hacer periodismo que quizás ya no existe más. Ambos murieron el año pasado y los quisiste mucho, ¿cómo los recordás?

–Fueron dos personas no solo muy queridas por mí sino trascendentales para nuestra cultura. Lino fue el gran ilusionista, el mago que concretaba sueños, un apasionado por la vida. Me siento honradísima de haber estado cerca suyo. Cuando con Marita nos casamos en 2016 fuimos a compartir el cumpleaños número 70 de Lino en su pueblo en Italia, fue una fiesta hermosa e inolvidable.

«Encontré “Soy lo que soy” para decir lo que yo sentía. El año que viene cumple 40 años y es una canción que nos trasciende, es un orgullo enorme para mí haber tenido la claridad de tomar esa oportunidad.»

En cuanto a César, este fue mi primer Día del Padre sin ningún papá. El mío partió en 2020 y César, que fue mi padre elegido, el compañero de mi madre, una persona de una integridad, una honradez y una polenta increíble, siempre está con nosotros.

En este momento estoy en San Pedro, venimos muy seguido para acompañar a mamá y porque está La Campiña, que es su legado. Un lugar hecho con mucho amor y trabajo, lleno de de rosas y naranjas. Él siguió plantando duraznos hasta el último minuto, sabiendo que no iba a verlos dar frutos. Esa fue su actitud de vida. Nos reímos, hablamos mucho de él. Decimos “Gordo guacho, qué suerte que no estás porque no podríamos hacer nada, ¡seguro no nos hubieras dejado!” (sonríe mirando el cielo). En fin, nos reímos y lloramos, me gusta decir que mamá y César son los argentinos de la Argentina que podemos ser.

Fotos: Alejandra López @alejandralopezfotografa

Fotos shows en vivo: Cristina Rego para Kwobit Music

Planeta Urbano JULIO 2023

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